La situación
de alerta sanitaria que ha generado la presencia del Covid-19 en España ha
hecho que muchos profesionales sanitarios vivan una situación que pone en
riesgo su salud no solo física sino también psicológica.
El impacto
emocional y psicológico actual y futuro en el profesional sanitario vendrá determinado
por las estrategias de afrontamiento que posea, el nivel de apoyo con el que
cuente, los periodos de descanso de la situación generadora de estrés que pueda
realizar, su experiencia previa en ese tipo de situaciones, su personalidad y la
visión de conjunto sobre la situación.
Hay alguna herramientas de protección que pueden ayudarte a mantener cierto equilibrio de bienestar psicológico. Aquí os dejamos algunas de ellas:
Mantente en un nivel de autoexigencia plausible
Comienza por ponerte metas realistas sobre tu función y desempeño
laboral. No puedes abarcarlo todo, no puedes hacerlo todo de forma perfecta
pero sí puedes aprender cada día de los errores que hayas podido cometer hoy
para ser mañana un poco mejor. No es lo mismo “tengo que hacerlo lo mejor
posible” que “no puedo permitirme ningún error” porque lo más normal cuando son
situaciones nuevas y estresantes es que erremos.
Evita conductas de riesgo
Mantente al día de los cambios en los protocolos: cuanto
mejor conozcas los protocolos más probables es que los lleves a cabo de forma
satisfactoria. En este caso, no sólo hablamos de atender al paciente y
prestarle los mejores cuidados, sino que está en juego tu salud y eso es lo más
importante. Quizá este tipo de protocolos no sean los habituales en tu día a
día, pero ya has aprendido en otras ocasiones otro tipo de protocolos que
seguro has sido capaz de aplicar perfectamente. Esto es sólo uno más, apréndelo
con calma y luego repite de manera mecánica y metódica siempre acompañado de
mensajes positivos “estoy haciéndolo bien”.
Conoce tus límites: la
situación pide que des más de lo que estás dando pero si acabas dando más de lo
que puedes dar solo hará que te sobrecargues. Ahí sí empezaran a cometerse errores
que eran innecesarios. Cada cosa requiere su tiempo y eres humano, como todos
tus compañeros. Confía en ti, tómate unos segundos o incluso unos minutos para
convencerte y repetirte que sabes hacer muy bien tu trabajo, que llevas mucho
tiempo en ello y que te estas esforzando al máximo. Estás rindiendo al ritmo
que garantiza tu seguridad, la de tus compañeros y por ende, la de tu entorno
familiar.
Expresa lo que sientes
Expresar lo que estás sintiendo hará que sientas que alivias parte de la
carga. No se trata de contar expresamente las situaciones vividas sino de
trasmitir todas esas emociones que estas sintiendo. Hay muchos compañeros
viviendo la misma situación y seguramente experimentando las mismas emociones.
Recuerda: no estás sólo, ninguno lo estáis.
El apoyo entre compañeros es un pilar básico, por lo que es una
buena idea buscar momentos en los que podáis expresaros y desahogaros.
Seguramente tienes muy buenas ideas que aportar a tus compañeros y ellos
probablemente tengan buenos consejos que aportarte. Y en cualquier caso, el
solo hecho de tener un momento de deshago emocional hará que te sientas mejor.
De la misma forma, puedes ofrecer tu apoyo a tus compañeros cuando notes,
por su forma de actuar, que necesitan unos minutos de sosiego.
Recuerda: el apoyo entre compañeros no solo comprende el desahogo
también es un buen recurso para desconectar. Por lo que es una buena práctica
que siempre que sea posible realicéis pequeñas reuniones o momentos de apoyo en
el que compartáis experiencias que nada tengan que ver con lo que está
sucediendo pues en caso contrario, si solo lo haceis para compartir mensajes
pesimistas y alarmistas el resultado será que la situación anímica del grupo
decaiga.
Analiza en qué estado te encuentras
Esta situación tiene lugar dentro de un contexto personal. Es
importante que identifiques si tienes alguna situación personal que pueda estar
afectándote psicológicamente y, por lo tanto, afectando a tu desempeño laboral
al suponer una carga adicional a una situación difícil que ya estuvieras
atravesando anteriormente.
También es importante que analices cómo suele ser tu forma de
reaccionar habitual ante situaciones estresantes. ¿qué es lo que mejor
sabes gestionar en situaciones de estrés?, ¿en qué áreas notaste deficiencias
personalmente? Cuanto mejor te conozcas más fácil será poder en marcha
estrategias que te permitan afrontar la situación.
No caigas en el error de pensar que sentirse afectado significa no estar
preparado profesionalmente. No debes olvidar que, como persona, estás habituada
a una carga emocional “rutinaria” que se ha visto sobrepasada y que es normal
que genere que tus emociones se vean desbordadas.
Lo que hagas cuando acaba tu jornada también va a determinar tu
rendimiento de mañana. Es importante descansar tanto física como mentalmente.
Si tu no estás bien no podrás ayudar todo lo que podrías.
Duerme todas las horas necesarias. Los
cambios de turnos, la nocturnidad, etc no permiten tener una rutina de sueño
adecuada. Es probable que incluso tu jornada esté durando más horas de las que
debería y además el rendimiento de trabajo no es el habitual por lo que el
descanso es muy importante. Intenta realizar actividades en casa que te
resulten relajantes antes de ir a dormir, controla la intensidad de la luz
(intentar tener una luz tenue cuando se vaya acercando la hora de dormir).
Cuida tu alimentación: procura
llevar a cabo unas pautas de alimentación equilibrada. Determinadas
alteraciones de micronutrientes pueden ayudar a aumentar un cuadro de estrés. Por
el contrario, los alimentos
ricos en triptófano,
vitamina B, carbohidratos complejos, omega 3 y proteínas ayudan a reducir el estrés y la ansiedad.
Controla tus pensamientos
Hay determinadas formas de pensar que nos generan un estado de ánimo
triste y deprimido. Tu forma de pensar puede llevarte a sentir rabia, enfado,
miedo o ansiedad. Los niveles de exigencia, las características de la situación
y la presión hace que tendamos a jugar nuestros éxitos de forma mínima y
nuestros errores de forma enorme. Algunos ejemplos de formas de pensar
inadecuados son: “podía haber hecho más”, “tenía que haber insistido más
veces”, “creo que me he puesto mal el traje”, “no he sabido consolar al
familiar”, “esto cada vez va a peor”, etc. No se trata de no ser consciente de
la situación o no reconocer y aprender de los errores, se trata de pensar en
ello de forma que nos ayude a construir algo mejor (“no he podido ayudar todo
lo que quería pero tenemos asignados muchos más pacientes de los que podemos
abarcar”, “ya he informado sobre ello y la decisión queda en manos de los
responsables”, “mañana tendré más cuidado al prepararme porque creo que aún hay
cosas que hago mal”, “los casos están aumentando pero estamos haciendo todo lo
que podemos y ayudando a muchas personas”).
Si lo necesitas pide ayuda
Estas
herramientas pueden serte de utilidad pero también puedes disponer de
algunos recuersos propios que sientas que te alivian el estrés y la
ansiedad y que por lo tanto son perféctamente válidos. Tu eres la
persona que mejor puede valorar cuando una situación escapa de tu
control porque empezarás a sentir una serie de sensaciones que te
servisrán de indicativo de que es hora de parar y respirar.
Si tus recursos, estas
pautas, el apoyo de tu entorno y otras herramientas de las que dispongas no son
suficientes para encontrarte mejor y sientes que la situación te está
desbordando entonces es el momento de pedir ayuda. Igual que tú estás ayudando
a muchos pacientes los profesionales de la psicología estamos para ayudarte a
ti. Porque como he dicho varias veces a lo largo de esta guía, si tú estás bien
podrás ayudar a mucha más gente.
Rebeca de la Cueva
Psicóloga Sanitaria